Ladrón.

Te arrancare de un solo zarpazo, sin ningún remordimiento, sin bacilar un solo segundo, sin temor a ninguna consecuencia, solo por el dulce placer de disfrutar ese pequeño momento.

El momento de ver tu pequeño rostro cambiar de apariencia, esa apariencia casi dulce, casi mágica, esa que se genera cuando haces ese efímero gesto que me encanta, el que me enloquece, ese gesto por el cual he venido hoy, gesto del que te voy a despojar, aquel que voy robar y sin ninguna oposición guardare en el cofre secreto de mis recuerdos, ahí donde guardo tu aroma, tu alegría y ahora tu sonoriza.

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