Gatita durmiente.

Frágil, delicada, hermosa criatura que yace en lecho de rosas, rosas blancas como la nieve, hermosas como su piel y de espinas puntiagudas como su ser.

Dulce es la melodía que llega a los oídos, los inunda de placer, los embriaga de emociones, esa que enloquece a los incautos, con el ronroneo que se escucha entre suspiro y suspiro, entre latido y latido de tal hermosa gata.

Imagen única, como cuadro en museo, imagen prohibida, la que asesina y revive al tiempo, esa que logra derretir el mas frío tempano de hielo...

¿Ángel o demonio? aquella que reposa en los tibios brazos de Morfeo, lejos del ruido, lejos del mundo, de los conflictos, y sobretodo lejos de... mis brazos, ahí donde descansa plácidamente la musa de bajas pasiones.

Y es que maldito el príncipe azul que se atreva a perturbar su sueño, de arrebatarle las mantas de misterio que cubren su tersa piel, y mil maldiciones mas, para este estúpido vagabundo que lo único que desea es despertarla con la calidez de un beso.

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